Jueves- 3a. Semana: Si no escuchas la voz de tu Dios, “tienes un problema”

ORACIÓN INICIAL
Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.




Así dice el Señor: Ésta fue la orden que di a vuestros padres: “Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien”.

Pero no escucharon ni prestaron oído, caminaban según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, me daban la espalda y no la frente. Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy, les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero no me escucharon ni prestaron oído: endurecieron la cerviz fueron peores que sus padres. Ya puedes repetirles este discurso, que no te escucharán; ya puedes gritarles, que no te responderán.

Les dirás: “aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. La sinceridad se ha perdido, se la han arrancado de la boca”.

Jeremías 7, 23-28



Alejarse del Señor, es endurecer el corazón, y eso nunca es una buena solución. Tener un corazón de piedra significa ser consciente de cerrarse a lo que te rodea, y de no querer sentir nada. Es ver el sufrimiento del ser humano como algo pasajero, que ni te afecta, ni te interesa.

Es cierto que cada cual tiene el derecho de tomar la decisión de endurecer su corazón o darle vuelta e iniciar otro día, con una visión noble y positiva.

La vida va sucediendo, pasan cosas que nos marcan, que nos duelen o nos resultan indiferentes. Cuando la rutina nos impide reaccionar ante el dolor, es señal inequívoca que el corazón se comienza a endurecer, ya no siente la necesidad de hacer el bien.

Al corazón de piedra, no le gusta escuchar ideas que puedan crearle conflicto o duda. No quiere explicaciones, ni justificaciones.

Tristemente al llegar a este punto nada resulta convincente para cambiar. Si tu corazón se convierte en una piedra dura, impenetrable, es señal que vives en un mundo oscuro, inflexible y aislado de la objetividad. Y así, difícilmente volverás a tener la posibilidad de suavizar tus juicios.

Pero tienes la posibilidad de poder cambiar. Solo necesitas sentir tu fragilidad.
Aprende a vivir con lo inesperado, con el dolor y la pena.

El Todopoderoso espera el «sí» de sus criaturas como un joven esposo el de su esposa. (2007)

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Dile “te amo” diariamente a tu familia.

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«Hoy me comprometo a saludar a las personas con las que me encuentre»

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ORACIÓN
Señor, me cuesta oír tu voz en medio de tanto ruido. El ruido del desprecio que lleva a prescindir e incluso a aborrecer a los que no son como yo. El ruido que surge de la crítica a Ti cuando te reprochamos lo malo que me sucede, y me impide entablar un diálogo sereno contigo.

El ruido del rencor por el que me resulta imposible tener un corazón reconciliado.
El ruido del orgullo hace que me crea hasta superior a las demás, y ser una persona no necesitada Ti El ruido silencioso de la envidia, que desconoce los talentos de los demás. El ruido del miedo que me impide confiar en tu providencia.

El ruido de mis preocupaciones que acaparan toda mi atención, y me impiden comunicarme contigo. El ruido de la vida acomodada, complaciente con la vida instalada sin capacidad para sintonizar con el que sufre.

El ruido de amoldarme a la mentalidad frívola del mundo, considerándolo algo prioritario en mi vida.
El ruido de no necesitar la experiencia sanante de Dios y preferir la inquietante falta de interioridad.
El ruido de las fantasías absurdas, que impiden escuchar tu voz .




No contestes a estas preguntas si solo valoras tu propia opinión. No rechaces de antemano al mensajero sin tener en cuenta de dónde viene. Solo si puedes ser receptivo a las sugerencias de Dios, entonces continúa.

¿Qué quieres decir cuando afirmas que Dios está presente en tu vida…?
¿Realmente aceptas que Dios quiere hablarte, o ya has decidido lo que quieres que te diga?
¿Estás demasiado “ocupado” para pasar tiempo con Dios?
Seguro que encuentra mil motivos para no hacerlo. Si suavizas tus juicios podrás vivir en su presencia



ORACIÓN FINAL

Señor mi corazón es asombroso.
Continuamente bombea oxígeno y sangre rica en nutrientes que me mantienen vivo. Pero mi corazón está duro, porque me mantengo en mi terquedad y no tiene espacio para Ti. Reemplázamelo por otro que sea suave y flexible… un corazón dócil a tu voluntad.