Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios
y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos,
en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.
Moisés habló al pueblo, diciendo: Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. Mirad, yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: “Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.”
Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.
Deuteronomio 4, 1. 5-9
Los preceptos del Señor nos otorgan sabiduría y prudencia. “Yo, la Sabiduría, habito con la prudencia, yo he inventado la ciencia de la reflexión. Míos son el consejo y la habilidad, mía la inteligencia, mía la fuerza” (Pr 8,12-14).
Aunque has recibido cierta inteligencia, nadie te pide que seas ejemplo por la cultura, la riqueza o la popularidad. No creas que eres luz a causa de tus ideas.
Se te pide la sabiduría, la prudencia y la justicia que procede de Él.
Si practica las obras de misericordia, “serás luz como la aurora, y brillará tu luz en las tinieblas”.
Si eres justo, “brillarás en las tinieblas como una luz”.
ORACIÓN FINAL
Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tu palabra hiciste todas las cosas, y en tu sabiduría formaste al hombre, para que dominase sobre tus creaturas, y para que rigiese el mundo con santidad y justicia, y lo gobernase con rectitud de corazón, concédeme ser digno de ti.
Liturgia de las horas
La sabiduría de Dios, es una realidad divina que existe desde siempre y para siempre. Job (12,13-16), atribuye a su Señor un comportamiento que rezuma verdad: “Él posee la sabiduría y el poder; la inteligencia y la prudencia son suyas. Él posee la fuerza de la eficacia”.
El libro de los Proverbios indica que “Yahvé es el que la otorga, y de su boca nacen las virtudes que nos hacen admirar sus preceptos.
El universo mismo, afirmaba Jeremías, es testimonio de su presencia: “Hizo la tierra con su poder, asentó el orbe con sabiduría, desplegó el cielo con su habilidad”.
En las Crónicas de los Reyes, observamos cómo José o Salomón obtuvieron de Dios un corazón sabio e inteligente para gobernar a sus pueblos (1R 4-15).
En conclusión: la verdadera sabiduría es un don de Dios. No proviene de nuestras aptitudes, porque “por mucho que se horade la tierra y la roca, se podrán sacar toda clase de riquezas, pero nunca la sabiduría” (Job 28,38).
La verdadera sabiduría y la verdadera prudencia, se convierten en un medio excelente para volver a un Dios sabio, que es fiel a su alianza.
Sólo el amor en el que se unen el don gratuito de uno mismo y el deseo apasionado de reciprocidad infunde un gozo tan intenso que convierte en leves incluso los sacrificios más duros(2007)
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Reza una oración cuaresmal de confesión
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«Hoy me levantaré temprano, venciendo la pereza»
«Hoy me levantaré temprano, venciendo la pereza»
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ORACIÓN
Salmo 110
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
Primicia de la sabiduría es el temor
del Señor, tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
Salmo 110
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
Primicia de la sabiduría es el temor
del Señor, tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
Se te pide la sabiduría, la prudencia y la justicia que procede de Él.
Si practica las obras de misericordia, “serás luz como la aurora, y brillará tu luz en las tinieblas”.
Si eres justo, “brillarás en las tinieblas como una luz”.
ORACIÓN FINAL
Dios de los padres y Señor de la misericordia, que con tu palabra hiciste todas las cosas, y en tu sabiduría formaste al hombre, para que dominase sobre tus creaturas, y para que rigiese el mundo con santidad y justicia, y lo gobernase con rectitud de corazón, concédeme ser digno de ti.
Liturgia de las horas