Miércoles 4a Semana- Dios nos da la vida, “porque quiere”, desde la gratuidad


ORACIÓN INICIAL
Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.




“Pero Jesús les replicó: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo.» Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios.

Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere.

Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre.
El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre.

No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio. Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.”
Jn 5,17-30







En el Evangelio propuesto para el día de hoy se nos habla de la vida, de quién puede dar la vida, de quién es la Vida.
Dios otorga la vida, “a quien quiere”, “porque quiere”, desde la gratuidad. En Dios, no hay egoísmo a la hora de entregar la vida.

¿Cuál es nuestra actitud ante la vida?, ¿cómo nos situamos ante quien da la vida?, ¿por qué nos cuesta tanto aceptar gratuitamente la vida de los demás?, ¿vencemos nuestros egoísmos cuando nos damos a los demás? 

Son muchas las preguntas que se nos lanzan. Lo importante es querer dar respuestas auténticas. 
Lo importante es estar atentos a las llamadas que Dios nos hace cada día. 
Lo importante es hacer vida aquello que el Señor nos propone en nuestra vida concreta.

Poco a poco nos vamos acercando a la celebración de los misterios centrales de la fe cristiana. Seguimos estando invitados a prepararnos, a dejar de lado el egoísmo que tantas veces se apodera de nosotros. Que este tiempo de cuaresma sea realmente un tiempo para cambiar, para unirnos al cambio, para vivir desde el deseo de cambio, para compartir nuestra vida en busca de un mundo mejor, más justo, más solidario, más fraterno, más lleno de vida.


Podemos aprender [de Cristo] a hacer de nuestra vida un don total; imitándolo estaremos dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos
(2008)

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««Hoy hablaré con alguien que esté triste»

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ORACIÓN
Te doy gracias, Señor, porque me has dado la vida, porque así lo has querido, porque me la has entregado sin pedir nada a cambio.

Te doy gracias, Señor, porque puedo compartir mi ser con mis hermanos, con quienes me rodeo a diario, y también con aquellos que están lejos.

Te doy gracias, Señor, porque los pobres de este mundo me acercan a Ti, porque son ellos los que me evangelizan.

Te doy gracias, Señor, porque has decidido entregarte Tú el primero, porque me has enseñado el camino que conduce a la vida, porque me acompañas en el camino hacia Ti.

Te pido, Señor, por mis hermanos y hermanas para que se dejen llenar por tu vida, para que estén dispuestos a renunciar a sus egoísmos.

Te pido, Señor, por quienes sufren en este mundo, para que te descubran a Ti con la ayuda de los hombres y mujeres dispuestos a darte a conocer.

Te pido, Señor, por aquellos que optan en su vida por buscarte en el pobre, en el marginado, en el necesitado de tu Vida.

Te pido, Señor, por quienes quitan la vida, por aquellas personas que no te han descubierto, por quienes hacen sufrir a sus hermanos, para que tú los desprendas de sus egoísmos.




Haz silencio en tu interior. Deja resonar la palabra de Dios que te dirige en este momento de oración.
Descubre la vida que hay dentro de ti.
Vida que se comparte, vida que se entrega en lo cotidiano.
Vida que produce vida a nuestro alrededor.
El Dios de la Vida está en ti, quiere formar parte de ti.
Acógele en el silencio de la oración.
Acoge su Vida en tus manos, durante todo el día.



ORACIÓN FINAL

Te damos gracias, Señor de la Vida, porque nos acompañas siempre, porque siempre estás dispuesto a nuestro lado. Te pedimos por todas las personas que no disfrutan de tu presencia en sus vidas, para que puedan descubrirte en lo cotidiano, en el encuentro con los hermanos. Te lo pedimos a Ti, que eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.