Domingo de Ramos- No caer en el pasotismo



ORACIÓN INICIAL
Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.




Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén. Y sucedió que, al aproximarse a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciendo: «Id al pueblo que está enfrente y, entrando en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, diréis esto: “Porque el Señor lo necesita.”» Fueron, pues, los enviados y lo encontraron como les había dicho.

Cuando desataban el pollino, les dijeron los dueños: «¿Por qué desatáis el pollino?» Ellos les contestaron: «Porque el Señor lo necesita.» Y lo trajeron donde Jesús; y echando sus mantos sobre el pollino, hicieron montar a Jesús.

Mientras él avanzaba, extendían sus mantos por el camino. Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces, por todos los milagros que habían visto. Decían: «Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas.» Algunos de los fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos.» Respondió: «Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.»

Lucas 19,28-40




Hoy es Domingo de Ramos. Comenzamos la Semana Santa. El relato del Siervo de Yaveh del profeta Isaías es un marco precioso para introducirnos en la celebración de esta Semana. 

En pocas palabras nos da las claves de la vida de Jesús que se pone al servicio de la acción del Espíritu de Dios: “Me ha dado lengua… para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado. Mañana tras mañana me despierta, despierta mi oído para escuchar… y no fui desobediente ni me volví atrás”

Cada mañana, el dolor humano, nos llega de mil maneras a nuestros sentidos: lo podemos oír, ver, tocar, oler, en los medios de comunicación, tomando el café, en el trabajo, en la familia, en la calle. 

Si tenemos la sensibilidad despierta, nos toca el corazón y si no nos echamos para atrás, nos pone en movimiento y nos lleva a implicarnos y comprometernos con la confianza de que “el Señor Dios me ayuda… y sé que no seré avergonzado”. 
El Reino de Dios está cerca, Reino de justicia y paz. 
Cantemos: Bendito el Rey que llega.



Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios
(2009)

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ORACIÓN

Mírame, Señor al borde de la calle mientras corre la vida.
Estás pasando sin cesar en la piel mulata de la gente pero no te veo.
Eres la última consistencia de cada espalda que se dobla pero no te abrazo.
Es nuestro y tuyo el olor de la pobreza pero no te huelo.
Eres una gota de ternura en cada paladar enamorado pero no te saboreo.
Alientas el giro de las ruedas y el grito de la dignidad, pero no te oigo.

¡Ten piedad de mí, inevitable mendigo de Absoluto!
Sustenta mi vigilia hasta el instante exacto en que se disuelva la superficie de las cosas y te reveles a mis sentidos que tú afinas en la espera.
Benjamín González Buelta




Quizás no haya ningún día del año en que no me llegue la noticia del sufrimiento de personas. ¿Me afecta?, ¿Cómo me afecta?, ¿se mueve algo dentro de mí?

Tomo conciencia de que, con frecuencia, estoy tan metido en las ocupaciones cotidianas y voy tan deprisa que no dejo que me toque el corazón. Paso de largo como el sacerdote y el levita de la parábola del Buen Samaritano. Parece como que mi sensibilidad se ha ido endureciendo y sólo me toca lo que me viene de dentro, porque “ya tengo bastante con lo mío”. Me “echo para atrás”.
¿Cómo está mi sensibilidad?





ORACIÓN FINAL
En esta Semana Santa, nos ponemos Señor, delante de ti, para que sea tu Espíritu el que penetre por las grietas de dolor de nuestro corazón de piedra y se transforme de nuevo en corazón de carne que pueda sentir, compadecerse y amar hasta las últimas consecuencias como lo hizo Jesús, tu Hijo Amado y nuestro hermano. Amén