Miércoles 2a. semana- Si estoy sentado, levántame, Señor


ORACIÓN INICIAL
Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios
y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos,
en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.





En aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».

 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición. 
Él le preguntó: «¿Qué deseas?». Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». 
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?». 
Contestaron: «Podemos».
 Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».
Mateo 20, 17-28



¿En qué estarían pensando los hijos de Zebedeo? 
“Sentarse en su gloria uno a la derecha y otro a la izquierda”. No sabían lo que pedían, pues precisamente poco antes había hecho Jesús el anuncio de su pasión y muerte. Es la madre quien lo pide. Nos parece natural, pues toda madre quiere lo mejor para sus hijos. Ellos habían escuchado personalmente a Jesús, pero parece que no habían entendido nada…. 

¿En qué estarían pensando Santiago y Juan? 
Pensaban, sin duda, que Jesús era el Mesías, el rey esperado para liberar a Israel del dominio romano. Hemos de trabajar para construir el Reino de Dios en este mundo. Esto significa establecer unas condiciones de vida en las que reine la justicia, la paz y la fraternidad.

 Mientras esto no se consiga, todavía no podemos estar contentos. No debemos huir del mundo, sino implicarnos en su transformación aquí y ahora, sin esperar que llegue pasivamente “el Reino de los cielos”. 

 El cambio del mundo solo es posible si nace de un corazón cambiado. Un corazón cambiado es aquel en el que ha entrado Dios. 

Un corazón que abraza el Evangelio y se esfuerza cada día en llevar adelante, con su ejemplo y trabajo, el servicio a los hermanos que produce el verdadero desarrollo humano y social a través de cambios pequeños

Es preciso ayudar a descubrir a Dios en el rostro misericordioso de Cristo(2006)

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Envía una nota o un mensaje a alguien que esté atrapado en casa en este momento.

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«Hoy tendré un corazón generoso con los necesitados”»

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ORACIÓN
 Si dudo de tus promesas,
levanta mi fe, Señor.

Si aumentan mis pesares,
alza mi ánimo, Señor.

Si me acosan mil dificultades,
haz inmensa mi fortaleza, Señor.

Si mi interior se acobarda,
reaviva mi espíritu, Señor.

Si me ciegan los ídolos,
dirige mi vista hacia Ti, Señor.

Si me enloquece la apariencia,
lleva mi corazón a Ti, Señor.

Si mi cabeza se inclina,
sostenla para poder verte, Señor.

Si me encuentro esclavo,
rompe mis cadenas para poder caminar.

Si me encierro en mí mismo,
reorienta mi alma hacia Ti, Señor.

Si me conformo con lo que veo,
recupera mi afán de buscarte, Señor.

Si prefiero la comodidad,
llámame y ponme en pie, Señor.

Si duermo y no te espero,
abre mis ojos y despiértame, Señor.

Si me despisto y no te busco,
espabílame y condúceme, Señor.

Si me equivoco de dirección,
recondúceme y reoriéntame, Señor

Si prefiero otros señores,
háblame y hazme ver tu grandeza.

Si me creo único e invencible,
acércate y dame humildad.

Si pasa el tiempo y desespero,
ayúdame y ven a mi encuentro, Señor.

Javier Leoz


Pienso en Santiago y Juan, y me pregunto ¿tengo ambiciones en mi vida de querer ser el primero? ¿Busco sobresalir en mi grupo, en mi comunidad? ¿Quiero ser el primero para servir y no para mandar? 

Reviso mi actitud en la familia, en el trabajo, en las relaciones sociales, en el secreto más interior de mi corazón.

Jesús te dice hoy claramente, sal de tu comodidad. Sigue y ponte al servicio de los necesitados.
¿Qué voy a hacer hoy para servir a los demás?

ORACIÓN FINAL
Padre bueno y misericordioso:
Tu Hijo Jesús emprendió el camino hacia la cruz sabiendo el sufrimiento que le esperaba, pero consciente también de que su pasión y muerte significaría vida y alegría para muchos.

Danos, Señor, un poco de su coraje y valor para que no seamos ni evasivos ni miedosos en la vida, sino que hablemos con energía y actuemos con firmeza cuando se nos pida entrega y servicio o cuando esté en juego tu Reino.