Martes 2a. semana- José, hombre de grandes sueños


ORACIÓN INICIAL
Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios
y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos,
en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.






Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Mateo 1, 16.18-21.24ª


Contempla el itinerario vocacional de san José, volcado en acoger y proteger el Misterio del Hijo nacido de María y la maternidad de su esposa.
José atiende a María en el parto del niño en extrema pobreza, huye a Egipto para salvarle del tirano Herodes, regresa y se establece en Nazaret, trabaja para atender el sustento de su familia, cuando Jesús tiene 12 años le pierden en Jerusalén y acompañando a María le encuentran entre los doctores después de tres días.
Cumple su misión y desaparece del Evangelio.

Ciertamente José experimentó muchas dificultades en su misión, no tuvo una vida cómoda, sirvió bien a Dios como hombre de fe y generosamente.
José escucha al Espíritu y se mueve siguiendo sus inspiraciones. José constituye un modelo para nuestra vida cristiana. El cumplió a la perfección el plan de Dios sobre él.

¿No salió al encuentro de una Virgen que, a buen seguro, estaría en la diana de muchas miradas y en el centro de esas dianas?
Nosotros tenemos también un puesto en la vida, una función que cumplir. Es la que entendemos por vocación. Descubrirla y responder a ella es garantía de nuestra realización personal.

Mientras el tentador nos mueve a desesperarnos o a confiar de manera ilusoria en nuestras propias fuerzas, Dios nos guarda y nos sostiene.(2006)

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Pasa 30 minutos o una hora en silencio, conectando con Dios.

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«Hoy obraré con sensatez y situaré los hechos con perspectiva realista»

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ORACIÓN
José, tú que fuiste, hombre de silencio, ayúdame a guardar toda palabra que pueda ser ofensiva.
Tú que fuiste hombre de grandes sueños haz que no destierre a Dios de mi vida
Tú que hiciste de la obediencia tu grandeza empújame a ser grande en el servicio.
Tú que acogiste en tus manos a Jesús haz que siempre tenga lugar en mi mesa.
Tú que amaste con locura a María haz que, la Madre buena, me asista.
Tú que marchaste lejos para proteger a Jesús que la caridad sea mi carnet de identidad.
Tú que fuiste hombre de fe enséñame a que la demuestre con mis obras.
Tú que, en la sencillez, fuiste feliz oriéntame para compartir mis bienes.
Tú que te fiaste de la voz del ángel que sepa escuchar el clamor de los más pobres.
Tú que hiciste del amor tu entrega a Jesús y María enciende, en mis entregas, una ofrenda sin límites
Javier Leoz


José estuvo destinado a querer, ayudar y cobijar a María, ver nacer y crecer a Jesús de Nazaret y protegerlo.

¿Cómo llevo a Cristo en mi vida?
En Egipto supo poner a salvo al que años después sería Salvación. ¿Defiendo a Jesús en ambientes hostiles a las creencias cristianas?
Hoy sigue siendo modelo y guía para todo aquel que quiera vivir su fe con sinceridad, en búsqueda y de esperar contra toda esperanza. ¿Trato de impulsar mi fe con actitud humilde, dejando mis comodidades y mostrándola con obras?

ORACIÓN FINAL
Dios y Padre nuestro: Tú encomendaste tu Hijo Jesús al cuidado delicado de José.
Danos la fe de este hombre justo, para que siempre te escuchemos y te sirvamos en todo lo que nos pides, aun cuando no entendamos perfectamente a dónde nos llevas.
Haz que, como San José, vivamos siempre cercanos a tu Hijo Jesús con el espíritu de familia que se vivía en Nazaret.
Amén