ORACIÓN INICIAL
Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios
y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos,
en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.
Escuchad otra parábola: «Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”.
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: “Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia”. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestan: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?» Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo por profeta.
Mt 21, 33-43. 45-46
«Piedra desechada»: Me encanta ese nombre tan tuyo, Señor, de “desechado”, “descartado”, “prescindible”.
Me encanta, porque deja a la vista esa dimensión tantas veces soslayada del misterio de la encarnación que es tu bajada desde Dios a los pobres, desde Dios a los prescindibles, desde Dios a los descartados, desde Dios a los desechados por la des-humanidad que cuenta, la que decide, la que se ha constituido a sí misma desde el principio en norma del bien y del mal, de lo útil y de lo inútil, dela vida y de la muerte. Sobre la vida de tus hermanos pobres, lo mismo que un día sobre la tuya, no decide la humanidad, ni la justicia, ni la solidaridad; decide el poder, con sus parlamentos, sus leyes, sus jueces, sus fuerzas de seguridad.
Tú, Señor, con tu absurda encarnación, con tu estúpida opción de abajamiento hasta lo hondo de la condición humana, eres la negación radical del sistema de opresión que devora desde el principio la vida de los últimos.
Gracias porque tú, el Señor, te hiciste siervo de todos los esclavos de la tierra, y nos mostraste a tus discípulos el camino por el que hemos de llevar a los hombres el reino de Dios: haciéndonos últimos, siervos, esclavos de todos, y aceptando llevar contigo la estrella credencial de los desechados, los descartados, los prescindibles.
Santiago Agrelo, Arzobispo de Tánger
De ningún modo es posible dar respuesta a las necesidades materiales y sociales de los hombres sin colmar, sobre todo, las profundas necesidades de su corazón. (2006)
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Prepara una comida sin carne
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«Hoy y siempre dejaré entrar a Dios en mi alma”
«Hoy y siempre dejaré entrar a Dios en mi alma”
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ORACIÓN
Clama al cielo
Nos has arrendado la vida, Señor Nos has dejado al cargo de este mundo, somos los responsables de lo que ocurre alrededor, de lo positivo y de lo negativo, en todo tenemos algo que ver, nos vas a pedir cuenta de todo lo que acontece.
Pero gastamos el tiempo criticando a los profetas, rechazando propuestas y criticándole res. Pero gastamos el tiempo criticando a los profetas, rechazando propuestas y criticándole res. Nos avisas por profetas que nos recuerdan la verdad,personas que denuncian las situaciones insostenibles, noticias que nos informan del dolor de este mundo, propuestascreativas para encontrar soluciones ... Tú nos vas a interpelar por tantas cosas .
A nuestro alrededor hay injusticias, a nuestro lado, alguien siente soledad, hermanos vecinos que se sienten mal.
Tú nos susurrarás sus nombres. Tú nos recordarás lo que podríamos haberles hecho, pero nos conformamos con dejar todo como estaba .
Señor, no mato a los profetas, pero los enmudezco, los callo, los silencio, los ignoro y los tapo. Hoy quiero agradecerte por tantas personas que me avisan con denuncias, quejas y propuestas; quiero unirme al dolor de los otros, a la injusticia del mundo, y ofrecerme a trabajar para que esto mejore.
Hoy quiero decidir dar frutos de Amor en mi vida, hoy quiero empezar a responderte a Ti y a mis hermanos, hoy quiero apartarme de la mediocridad
Mari Patxi Ayerra
La parábola está hablando también de nosotros. El texto nos obliga a hacernos graves preguntas: ¿estamos produciendo en nuestros tiempos «los frutos» que Dios espera de su pueblo: justicia para los excluidos, solidaridad, compasión hacia los que sufren, perdón...?
Dios no tiene por qué bendecir un cristianismo estéril del que no recibe los frutos que espera.
¿No estará Dios preparando el camino que haga posible el nacimiento de una Iglesia menos poderosa, pero más evangélica; menos numerosa, pero más entregada a hacer un mundo más humano? ¿Podrá contar contigo?
ORACIÓN FINAL
Si puedo hacer, hoy, alguna cosa, si puedo realizar algún servicio, si puedo decir algo bien dicho, dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo arreglar un fallo humano, si puedo dar fuerzas a mi prójimo, si puedo alegrarlo con mi canto, dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo ayudar a un desgraciado, si puedo aliviar alguna carga, si puedo irradiar más alegría, dime cómo hacerlo, Señor
Grevnille Kleiser
Clama al cielo
Nos has arrendado la vida, Señor Nos has dejado al cargo de este mundo, somos los responsables de lo que ocurre alrededor, de lo positivo y de lo negativo, en todo tenemos algo que ver, nos vas a pedir cuenta de todo lo que acontece.
Pero gastamos el tiempo criticando a los profetas, rechazando propuestas y criticándole res. Pero gastamos el tiempo criticando a los profetas, rechazando propuestas y criticándole res. Nos avisas por profetas que nos recuerdan la verdad,personas que denuncian las situaciones insostenibles, noticias que nos informan del dolor de este mundo, propuestascreativas para encontrar soluciones ... Tú nos vas a interpelar por tantas cosas .
A nuestro alrededor hay injusticias, a nuestro lado, alguien siente soledad, hermanos vecinos que se sienten mal.
Tú nos susurrarás sus nombres. Tú nos recordarás lo que podríamos haberles hecho, pero nos conformamos con dejar todo como estaba .
Señor, no mato a los profetas, pero los enmudezco, los callo, los silencio, los ignoro y los tapo. Hoy quiero agradecerte por tantas personas que me avisan con denuncias, quejas y propuestas; quiero unirme al dolor de los otros, a la injusticia del mundo, y ofrecerme a trabajar para que esto mejore.
Hoy quiero decidir dar frutos de Amor en mi vida, hoy quiero empezar a responderte a Ti y a mis hermanos, hoy quiero apartarme de la mediocridad
Mari Patxi Ayerra
La parábola está hablando también de nosotros. El texto nos obliga a hacernos graves preguntas: ¿estamos produciendo en nuestros tiempos «los frutos» que Dios espera de su pueblo: justicia para los excluidos, solidaridad, compasión hacia los que sufren, perdón...?
Dios no tiene por qué bendecir un cristianismo estéril del que no recibe los frutos que espera.
¿No estará Dios preparando el camino que haga posible el nacimiento de una Iglesia menos poderosa, pero más evangélica; menos numerosa, pero más entregada a hacer un mundo más humano? ¿Podrá contar contigo?
ORACIÓN FINAL
Si puedo hacer, hoy, alguna cosa, si puedo realizar algún servicio, si puedo decir algo bien dicho, dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo arreglar un fallo humano, si puedo dar fuerzas a mi prójimo, si puedo alegrarlo con mi canto, dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo ayudar a un desgraciado, si puedo aliviar alguna carga, si puedo irradiar más alegría, dime cómo hacerlo, Señor
Grevnille Kleiser