Jueves de Ceniza-“Salir de nuestra zona de confort”


ORACIÓN
Señor, te pedimos que nos defiendas
de todos los peligros de la mente y del cuerpo
y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios
y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo
y de todos los santos,
en tu amorosa bondad
nos asegures la salvación y la paz;
y que una vez superados todos los errores y adversidades
tu Iglesia pueda servirte
en seguridad y libertad.

Dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día». Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?»
Lc 9, 22-25



En nuestra realidad eclesial y marista hay expresiones que con periodicidad diríamos que se ponen de moda, y aparecen en todos los escritos y todas las reflexiones que nos llegan de la Institución Marista o de otras. 
En la actualidad una de ellas podría ser la llamada que el XXII Capítulo General nos ha hecho a “salir de nuestra zona de confort”, a abandonar viejos paradigmas, y buscar creativamente modelos alternativos para visibilizar el amor del Padre en el mundo de hoy.

Lo curioso es que esta llamada que es tan actual y tan recurrente está ya en el evangelio de hoy, y por lo tanto se remonta a hace casi 2000 años, aunque parece ser que nos cuesta aceptarla.

Sin duda ninguna a esto se refiere Jesús cuando nos pide cargar con la cruz cada día, salir de una forma de vivir cómoda y sin complicaciones, y seguirle para encontrarle en las personas que necesitan de nuestra ayuda para vivir como personas, con dignidad.

 


El ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. (2009)





Practica la oración de escucha; invita a Dios a hablarte en la oración 
y escucha lo que el Espíritu Santo te revela.


QUE NO SE ME ENDUREZCA EL CORAZÓN

Que no se me acostumbre, Señor, el corazón a ver hombres y mujeres sufriendo en situación injusta.
Que no me acostumbre a un mundo como el que hemos montado, en el que unos tenemos de todo y a otros les falta de todo.
Que no se me acostumbre el corazón, Señor, a la mirada triste y perdida, al olor denigrante del alcohol, a las pocas ganas de vivir y a cualquier deterioro del hermano, que son sus gritos desde la cuneta de la vida.
Que no se me acostumbre el corazón, Padre,a ver como normal la situación del recién llegado que cruza el mar para buscar trabajo,o al que se ha quedado sin familia, sin trabajo o sin hogar.
Que no se me acostumbre el corazón, Padre, a volver a mi casa y tener la nevera bien llena, los armarios en los que no cabe una prenday los míos esperándome con cariño para cenar en una casa-confort y al teléfono llamándome un montón de gente, mientras mañana me espera mi trabajo seguro.
Pon ternura, Señor, en mi mirada y caricia en mi mano que saluda.
Pon misericordia en mi mente que hace juicios.
Pon escucha en mis oídos al recibirlos y sabiduría en mi hablar.
Que no se me acostumbre el corazón, Señor,al dolor del hermano.
Que yo sepa oír con claridad tu voz que me grita dolorida desde él,y que comprenda con ternura su historia y su situación.
Que el encuentro con él sea el encuentro de dos hijos tuyos.


Presenta a Dios tu vida diaria. Tus preocupaciones, tus alegrías, tus inquietudes, tus satisfacciones, tus miedos a que tu zona de confort cambie.
Cierra los ojos y escucha cómo Jesús se acerca a ti, te mira y te dice: “Olvídate de ti mismo, ven conmigo, toma tu cruz y sígueme.”
Con esas palabras resonando en tu interior piensa en qué puedes tú cambiar hoy en tu zona de confort para ir hacia las personas que te necesitan y te están esperando.
Que no te sorprenda la noche encerrado en ti mismo y en tus cosas de siempre.

ORACIÓN FINAL
Señor, que los gestos de ternura o de misericordia que tengamos hacia los demás sean manifestación de nuestra acción de gracias por tu amor y el don de tu presencia entre nosotros, y signo de compartir la vida que en Ti hemos recibido. Amén.