Jueves 1ra Semana -“¿Qué pides tú?”



ORACIÓN INICIAL
Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios
y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos,
en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.




Qué más tiene que pasar para que te creamos, Señor?

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los Profetas.»
Mateo 7,7-12





Hoy te presentamos este texto del sermón de la montaña, es uno de los pasajes de los cuatro evangelios en que encontramos más claridad y precisión en las palabras de Jesús. Resuenan en estas breves líneas dos ideas muy importantes para nuestras vidas: la eficacia total de la oración y la ley de la caridad.

Y es en esta sociedad y en esta cultura, en la que es difícil mantenerse en pie; niños, jóvenes, adultos, mayores, vivimos en la vorágine de lo que tiene precio y en el éxito pasajero, vivimos en una “adoración” que nos impide entrar en lo profundo. Andamos rápidos y rotos, con prisas y sin dirección, desnortados y agotados.

Ante esta situación, de vivir de prisa, podemos pensar que la oración no nos ayuda, porque no vemos los frutos o no se nos concede aquello que pedimos.
Jesús, sin embargo, nos dice todo lo contrario, todo lo que pidamos a Dios se nos concederá, porque Él es un Padre Bueno que da a sus hijos aquello que le piden.
Dios Padre es tan bueno que no nos concede todo lo que pedimos, sino aquello que conviene a nuestra vida, aunque no nos demos cuenta.

Nosotros, que hemos sido creados a su imagen y semejanza, tenemos que vivir este mismo amor con todos de una manera universal, como lo hace Él. Haz un esfuerzo especial estos días de cuaresma para amar más a todas las personas que tienes cerca, a ejemplo de Jesucristo.

La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros.(2008)

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«Hoy eliminaré de mi mente el recuerdo de alguna ofensa recibida”

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Adora el Santísimo una hora más del tiempo habitual

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ORACIÓN

Pon Señor en mis ojos miradas serenas que infundan confianza y serenidad.
Pon en mi boca, Señor, las palabras adecuadas para orientar las acciones correctas, hablar de amor y difundir tu mensaje, proclamar tu reino.
Pon, Señor, en mi mente pensamientos rectos, limpios, justos, firmes, renovadores.
Pon en mis oídos la capacidad de escucha, y la actitud idónea para escuchar a cuantos me necesiten.
Pon en mis labios sonrisas auténticas y palabras prudentes que infundan paz, acogida, alegría y optimismo.
Pon en mis manos las caricias más tiernas y el soporte más firme para quienes las demanden. 
Pon en mi corazón los sentimientos más nobles y la capacidad de amar sin límites.
Pon, Señor, en mis pies la fuerza de caminar sin desfallecer, hasta hacer realidad las utopías que nos ayuden a implantar tu Reino en la Tierra.


Haz silencio en tu interior. Cierra los ojos y respira despacio. Relájate… Jesús te hace esta pregunta a ti: ¿Qué pides tú?, ¿Sueles pedir solo por ti o tienes en tu mente a aquellas personas que necesitan tu ayuda?. 

Jesús nos dice de forma inequívoca que Dios nos concederá cualquier cosa que le pidamos en oración, si lo hacemos con fe e insistencia. 

Dios es sumamente generoso y está constantemente dando sin límite; pero al mismo tiempo, quiere que aprendamos a pedir, buscar y llamar a la puerta.

 Contéstale sin miedo, reflexiona sobre estas tres palabras: pedir, buscar y llamar.

 ¿Cómo hablo con Dios? ¿Qué le pido?... Y luego piensa cómo puedes hacer hoy o mañana algo concreto por acercarte o echar una mano a aquellas personas que necesitan de tu ayuda y que también piden, aunque no las escuchemos

ORACIÓN FINAL
Aquí estoy, Señor Jesús, para hacer tu voluntad.
Inúndame con tu Espíritu.
Hágase en mí según tu Palabra.
Toma mi vida entera, mis capacidades, mis cualidades, mis pertenencias, mis manos, mi mirada, mi escucha, mis palabras, mi calor humano… para ser instrumento en tus manos, para ser buena noticia de tu Evangelio, para hacer presente tu Reino.