Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios
y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos,
en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.
“Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
«Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”, será reo de la gehenna de fuego.
Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.”
Mateo 5,20-26.
Es triste observar cómo a lo largo de la historia los cristianos hemos ido transformando el seguimiento a Jesús en una lista de preceptos, como si vivir la fe en profundidad se redujera a realizar una serie de actos más o menos reglados para agradar a Dios. En el evangelio de hoy Jesús zarandea de nuevo a su audiencia que escucha, me imagino que atónita, la llamada a reencontrarnos con aquellos a los que hayamos podido ofender, por delante, incluso, de las obligaciones del culto.
Hoy, solo hay que echar un vistazo a nuestro alrededor para observar cómo el mundo de las relaciones se va volviendo más y más agresivo. Cada vez es más habitual observar palabras, bromas y actitudes ofensivas hacia los demás con mayor o menor motivo, en el mundo real y en el virtual, entre conocidos y desconocidos. Es fácil observar cómo las conversaciones se tejen de palabras injustas, sospechas, segundas intenciones
Hablar de construir el Reino es hablar de transformar el mundo y hacerlo más humano y fraterno. Lo podemos lograr arrancando de nuestro corazón y actitudes todo rastro de violencia, sustituyéndolos por la palabra amable, el gesto cálido, la actitud acogedora... Quizás ésta sea la única vía para poder empezar a hablar de cómo transmitir de una manera fiel y creíble la Buena Noticia del Evangelio de Jesús.
No somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un instrumento de su providencia hacia el prójimo.(2008)
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Prepara una comida sin carne.
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Lee en Misa o lleva la Santa Comunión a los enfermos
Lee en Misa o lleva la Santa Comunión a los enfermos
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«Hoy curaré mis errores antes que mis enfermedades”
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ORACIÓN
- Sed buenos. Buenos en vuestro rostro, que deberá ser distendido, sereno y sonriente; buenos en vuestra mirada, una mirada que primero sorprende y luego atrae.
- Sed buenos en vuestra forma de escuchar: de este modo experimentaremos, una y otra vez, la paciencia, el amor, la atención y la aceptación de eventuales llamadas.
- Sed buenos en vuestras manos: manos que dan, que ayudan, que enjugan las lágrimas, que estrechan la mano del pobre y del enfermo para infundir valor, que abrazan al adversario y le inducen al acuerdo, que escriben una hermosa carta a quien sufre, sobre todo si sufre por nuestra culpa; manos que saben pedir con humildad para uno mismo y para quienes lo necesitan, que saben servir a los enfermos, que saben hacer los trabajos más humildes.
- Sed buenos en el hablar y en el juzgar.
- Sed buenos, si sois jóvenes, con los ancianos; y, si sois ancianos, sed buenos con los jóvenes.
- Sed contemplativos en la acción: mirando a Jesús para ser imagen de Él.
- Sed, en este mundo y en esta Iglesia, contemplativos en la acción.
(Pedro Arrupe, de un retiro a sacerdotes en Cagliari, 11 de marzo de 1976)
Piensa en tu mundo de relaciones: tu familia, tu pareja, tus hijos, compañeros de clase o de trabajo, la cajera del super, el vecino del tercero… ¿qué predomina en tus relaciones? ¿la palabra amable o áspera? ¿el gesto acogedor o adusto? ¿la actitud confiada o recelosa? ¿la mirada franca o huidiza?
En el día de hoy escoge
a alguien con quien hoy vayas a compartir parte de tu tiempo… ¿qué palabra te gustaría regalarle? ¿qué gesto te gustaría que recordara de ti? ¿qué actitud te encantaría que disfrutase? ¿qué mirada te gustaría que imitase después?
ORACIÓN FINAL
Cuando el día a día me desborde…
Cando la fatiga y el desánimo parezcan haber ocupado mi corazón…
Cuando me sienta mezquino y cruel con mi prójimo…
Cuando sienta a mi alrededor un muro de rabia que me aísla…
Pongo mi vida en tus manos Señor y te pido serenidad para dejarte actuar en mí…
Para que el rencor no seque mi alegría…
Para que a rutina no sea mi verdad…
Para que no se apague mi luz…
Para que mi vida hable de Ti, Señor.
ORACIÓN FINAL
Cuando el día a día me desborde…
Cando la fatiga y el desánimo parezcan haber ocupado mi corazón…
Cuando me sienta mezquino y cruel con mi prójimo…
Cuando sienta a mi alrededor un muro de rabia que me aísla…
Pongo mi vida en tus manos Señor y te pido serenidad para dejarte actuar en mí…
Para que el rencor no seque mi alegría…
Para que a rutina no sea mi verdad…
Para que no se apague mi luz…
Para que mi vida hable de Ti, Señor.