Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios
y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos,
en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: “Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan”.
Pero Jesús le respondió: “Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan”.
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: “Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá”.
Pero Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto”.
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: “Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”.
Pero Jesús le respondió: “Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno”.
Lc 4, 1-13
Las tentaciones que nos muestra este pasaje de Lucas apuntan directamente a la vocación de Jesús: Le ofrecen riquezas, poder y gloria para llevar a cabo el Reino de Dios con plenas garantías.
En definitiva, el tipo de Mesías esperado por el pueblo de Israel. Con esos incentivos a la vista, Jesús tiene que madurar su vocación. No es fácil revelar a la gente la verdadera imagen de un Dios que ama al Hombre con locura, y que ama, más si cabe, a los más humildes y sencillos, a los últimos de la sociedad.
No es fácil hacer ver que el orden actual de las cosas, con gente que nada en la opulencia mientras otros mueren de hambre, no es el querido por Dios. ¡Y qué fácil intentarlo con riquezas, poder y gloria!
Sin embargo, Jesús vence esas tentaciones y apuesta por la autenticidad. No puede proclamar un Reino de justicia, solidaridad y fraternidad sin contar con la absoluta libertad y dignidad del hombre.
Su proclamación del Reino será su objetivo prioritario, pero eso no es compatible con un mesianismo barato que condicione las respuestas y no tenga en cuenta al propio hombre.
Si Jesús fue probado en su humanidad, ¿cómo no vamos nosotros, Padre, a ser tentados también?
La tentación de ser una comunidad apática y rutinaria, por ejemplo, o la tentación de querer aparentar algo que no somos.
¡Y qué difícil no dejarse tentar por el tener y el poseer por encima del ser!
Hace tiempo, Padre, que me ronda por la cabeza una historia que viví en Bolivia.
Al ser preguntados que por qué jugaban descalzos, los chicos de las comunidades campesinas contestaban que para no gastar su calzado. Y lo hacían con una sonrisa, como evidenciando la cosa más natural del mundo.
¿Cabe pensar que eso es lo natural, que unos tengamos de todo por repetido, y otros carezcan de lo básico? ¿Cuándo seremos conscientes de esa realidad? ¿Cuándo, antes de lanzarnos a comprar algo, pensaremos si realmente lo necesitamos? ¿Cuándo comprenderemos que un Reino basado en la justicia, la solidaridad, el amor, la ternura, la misericordia…está reñido con el consumismo?
¿Cuándo abriremos los ojos y veremos que el derroche material es una ofensa al hermano y, por tanto, a Ti?
Apegándonos a las riquezas de este mundo, sólo conseguimos excluirte. Y es entonces cuando recuerdo aquello de “que el mundo necesita de mí más de lo que estoy dispuesto a dar”
Una de nuestras mayores tentaciones es el consumismo. La “huella ecológica” mide la superficie necesaria para producir los recursos que consume un ciudadano y los necesarios para absorber los residuos que genera. Si se consume más de la cantidad disponible, se genera un déficit ecológico, y por tanto, una huella mayor.
¿Por qué no mides tu huella ecológica esta semana? Sólo hay que hacer un sencillo test en http://www.vidasostenible.org/huella-ecologica/ . Yo necesitaría dos mundos para vivir, así que mi compromiso para esta Cuaresma es reducir el consumismo que dispara mi huella ecológica. ¿Cuál será el tuyo?
ORACIÓN FINAL
Padre de los pobres, de los humildes, de los sencillos. Haznos sensibles a los gritos de este mundo que clama justicia.
Que el tener y el acaparar no se conviertan en nuestra esclavitud llevándonos a perder la sensibilidad por nuestros hermanos que sufren.
Amén