Martes Santo- Pasar de la traición a la fidelidad



ORACIÓN INICIAL
Señor, te pedimos que nos defiendas de todos los peligros de la mente y del cuerpo y, a través de la intercesión de María, siempre Virgen, Madre de Dios y de san José, de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, en tu amorosa bondad nos asegures la salvación y la paz; y que una vez superados todos los errores y adversidades tu Iglesia pueda servirte en seguridad y libertad.




Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.» Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba. Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús. Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando.» Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?» Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote. Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.»
Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía. Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres. En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche. Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto.» «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros.
Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros.» Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.»
Le responde Jesús: «¿Que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes que tú me hayas negado tres veces.»

Jn 13, 21-33.36-38





Cuando todo se va poniendo muy difícil en torno a Jesús, algunos de sus amigos/apóstoles van haciendo aguas y lo traicionan.
Judas se alía claramente con los enemigos declarados de Jesús quizás por su ambición o por la decepción de que Jesús no era el Mesías poderoso.

Pedro le dice a Jesús que estará dispuesto a dar la vida pero, en el momento de la verdad, el miedo le gana la partida y niega a Jesús.
Es sorprendente con qué discreción trata Jesús a cada uno de ellos. Conoce bien el corazón humano. Está despidiéndose y aunque sabe de su traición, los trata con cariño: “hijitos míos”.

En estos modos de traición estamos invitados a descubrir, como en un espejo, nuestras propias traiciones: las veces que preferimos la comodidad al servicio, la seguridad al riesgo, la repetición a la aventura; o cuando por soñar tan alto nos olvidamos de lo concreto; o esa tibieza vergonzante donde habíamos dado una palabra de compromiso. Nos traicionamos cuando no escuchamos nuestra conciencia o cuando la escuchamos y no somos fieles a ella. Así nos cerramos al crecimiento.
(Pablo D’Ors)

*******


Iníciate en el voluntariado

*******
«Haré un sacrificio en la comida por amor a Jesús

*******

ORACIÓN

Yo quiero Señor, andar con un corazón verdadero, que no haga juego sucio, ni obre la injusticia.
Quiero llevar tu plan de salvación a los hombres, dando al que tiene hambre, pan; y al desnudo, abrigo, dando amor al que vive solo.
Yo quiero, Señor, ser bueno de corazón para el hombre y que mi lengua no sea espada que destruye y corta con tal de seguir adelante y triunfar, caiga quien caiga.
No quiero dañar a mi hermano, ni destrozar su imagen; no quiero, Señor, hacer agravio a mi prójimo, ni dejarle herido.
Señor, con un corazón que haga juego limpio, quiero caminar paso a paso, dejando amor y paz en mi marcha, quiero vivir la verdad de tu Evangelio, sin ser hombre de dos caras.
Que mi pie, Señor, no pise al inocente en el camino, que mis manos estén limpias, que mi corazón no vacile ante lo injusto, y que sea limpio como la luz de la mañana.
Extraída del cuaderno Salmos para la Vida
de la Provincia Ibéri




Si nos miramos en verdad, no será difícil comprobar que en ocasiones hemos traicionado a otras personas o a nosotros mismos.
Cuando esto ocurre, el camino para volver a encontrar la paz y ponernos en camino es el del perdón. Entra en tu interior y pregúntate:
• ¿Cómo vivo el pedir perdón a otros?, ¿me he sentido perdonado?
• ¿Y el perdonarme a mí mismo?,
• ¿Cómo está mi capacidad para perdonar y comprender a los que siento me han traicionado?





ORACIÓN FINAL
Padre bueno, fuente del amor incondicional, gracias por las personas que has puesto en mi camino y que me han permitido experimentar la alegría y liberación de sentirme perdonado.
Gracias por su comprensión y aceptación.
Desde lo más profundo me abro a tu Presencia amorosa para que yo pueda perdonarme a mí mismo, aceptando mi humanidad con sus luces y sus sombras.
Dame, Señor, también memoria de estas experiencias para que se ensanchen mis entrañas y de ellas brote la misericordia entrañable para perdonar y comprender a los demás.