Enterrando Aleluya
Jarra de sacrificios
Corona de espinas en masa de sal
Arbol de Jesús
Caja de viacrucis para niños
40 días, 40 bolsas
Calendario-Oveja cuaresmal
.Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice:
«He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo."
Juan, 1- 29
Calendario cuaresmal
La idea es bella y al final se tiene una gran satisfacción
- Imprime el calendario
- Coloca en cada día una pequeña acción a realizar
Cuando el niño haya realizado la acción, podrá colocar una bolita de algodón sobre el cordero
Al final, cuando se celebre la Pascua de resurrección, su cordero estará lleno de lana
MEDITACION
Hacía muchos siglos que Dios había prometido que la estirpe de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente.
Habían vivido Patriarcas y muchos Profetas.
A los Patriarcas les hablaba Dios, preparando la sementera. Después los Profetas hablaron al pueblo lo que Dios les inspiraba. Le comunicaban esperanza y corregían sus pecados, que Dios purificaba.
El último Profeta ha sido Juan Bautista, que ha preparado ya los caminos del Señor. Ahora, el Señor ya está aquí. Lo ha bautizado él en el Jordán.
El Padre dijo que El era su hijo Amado. Juan Bautista el que dice: "Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".
El Cordero. El corderito no hace mal a nadie, pero puede ser devorado por el lobo.
Jesús no ha venido a damos sabias explicaciones sobre el dolor sino que ha venido a asumirlo silenciosamente sobre sí. Tomándolo sobre sí, lo ha cambiado desde su interior: de signo de maldición a instrumento de redención.
Lo ha hecho el supremo valor, la nobleza más alta. Después del pecado, la grandeza de una criatura se mide por el mínimo de culpa y el máximo de pena del mismo pecado.
¿Quién me puede argüir de pecado y aceptar cargar con sus consecuencias?.
Su grandeza no está en la inocencia o en el sufrimiento alternativos, sino en la presencia simultánea de la inocencia y del sufrimiento.
Éste es el sufrimiento que nos acerca a Dios. Sólo Dios sufre y sufre en sentido absoluto como inocente. En el vértice de esta nueva escala de nobleza está Jesús, cordero sin mancha (1 Pe 1,19).
«Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados» (Is 53, 5).