Reflexión 28avo. día de Cuaresma-Ciclo C


Lo que vale la pena saber sobre la misericordia
Jn 5,1-16

“Era el día de fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: ‘¿Quieres curarte?’. Le respondió el enfermo: ‘Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo’. Jesús le dice: ‘Levántate, toma tu camilla y anda’. Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: ‘Es sábado y no te está permitido llevar la camilla’. Él le respondió: ‘El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’’. Ellos le preguntaron: ‘¿Quién es el hombre que te ha dicho: ‘Tómala y anda?’’. Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: ‘Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor’. El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado”.


COMENTARIO

Socorrer al necesitado

Quien se considera hijo de Dios ha de tener en cuenta que existe un Mandamiento de carácter general que dice que hay que amar al prójimo como a uno mismo se ama. Y eso lo tiene muy en cuenta, en toda su vida, Jesucristo, Hijo de Dios y Dios mismo hecho hombre.

Saber superar el qué dirán

Era de esperar, al menos para Dios, que su Hijo no tuviera en cuenta aquello que podían decir de su persona su actuaba conforme a la voluntad del Padre. Aquello, lo que dijeran de Él era de poca importancia si podía socorrer a un necesitado. Y tal era el caso.

Tener fe

Aquel hombre, enfermo, sabía que si era entrado en la piscina quedaría curado. Tenía fe en tal realidad y eso le salva pues Jesús siempre tiene muy en cuenta tales manifestaciones de confianza en Dios.


JESÚS, aquel hombre llevaba demasiados años enfermos soportando que nadie lo entrara en la piscina. Además, tenía fe y eso, Jesús, no lo ibas a dejar pasar. Ayúdanos a tener una fe perseverante.


Eleuterio Fernández Guzmán



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ORACIÓN INICIAL PARA CADA DÍA

Señor mío, Jesucristo, creo firmemente que estás aquí; en estos pocos minutos de oración que empiezo ahora quiero pedirte y agradecerte.

PEDIRTE la gracia de darme más cuenta de que Tú vives, me escuchas y me amas; tanto, que has querido morir libremente por mí en la cruz y renovar cada día en la Misa ese sacrificio.

Y AGRADECERTE con obras lo mucho que me amas: ¡ Tuyo soy, para ti nací ! ¿qué quieres, Señor, de mí?



Día 28º.-Apostolado.

¿Cuántos amigos has acercado a Dios este mes? ¿Y este año? ¿Y el año pasado? ¿Y en toda tu vida?

Mucha gente se piensa que ayudar a otras personas a ser mejores cristianos es tarea de sacerdotes y religiosos. ¡Nada más falso! Antes de subir a los cielos, Jesús dijo que debíamos ser testigos suyos hasta los últimos confines de la tierra. Ser testigos suyos significa hablar de Dios a nuestros amigos, invitarles a ir a Misa para recibir al Señor, preocuparnos y ocuparnos de su salud espiritual, animarles a ser mejores cristianos en cosas concretas, ayudarles a confesarse con frecuencia, rezar algo con ellos, y un larguísimo etcétera.

Puedes hablar ahora con Jesús de 3 amigos tuyos, pedirle por ellos, y ver qué puedes hacer por ayudarles para que se acerquen a Dios.


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ORACIÓN FINAL

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en la Cruz y escarnecido.
Muéveme ver tu cuerpo tan herido
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
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